El término responsabilidad social, comenzó a utilizarse de forma generalizada a comienzos de la década de 1970, y se refería principalmente a las empresas. Una primera noción de responsabilidad social se centraba en las actividades filantrópicas y con el tiempo se han ido sumando materias como prácticas laborales, derechos humanos, el medio ambiente, la protección al consumidor y la lucha contra el fraude y la corrupción, al tiempo que se les ha concedido mayor atención.
Las actividades de una empresa no pueden estar ajenas a los problemas sociales y medioambientales presentes en las sociedades que opera. Es por esto que en el año 2.000 ciertas empresas redefinieron el concepto de éxito en los negocios, dando inicio a lo que hoy se conoce como Sistema B.
En 2006 los emprendedores Jay Coen Gilbert, Bart Houlahan y Andrew Kassoy crearon B-Lab, una asociación sin fines de lucro para definir de nuevo el éxito de las empresas: “Las empresas sociales no compiten por ser las mejores del mundo, sino por ser las mejores para el mundo”.
En 2.008, las empresas comenzaron a acreditar la certificación B-Corp. En 2.012 el sistema B nació como adaptación de las B-corps en América Latina, especialmente en Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Actualmente para certificarse las empresas tiene que completar un cuestionario de 200 puntos en el sitio de internet del organismo www.sistemab.org.
La evaluación se compone de cuatro partes: la gobernanza, los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente. Las empresas que obtienen una puntuación mínima de 80 puntos se pueden certificar y se entrega una documentación de respaldo.
La organización sin fines de lucro B-Lab otorga certificaciones a nivel mundial de empresas que cumplen rigurosamente ciertos estándares sociales, medio ambientales, de responsabilidad y transparencia.
Las empresas B tienen como foco central los negocios que se crean para ofrecer beneficios sociales o ambientales a través de la venta de productos y servicios, y entienden la rentabilidad financiera como una herramienta indispensable para lograr sus fines, pero no como su única razón de ser. Son empresas con un ADN propio, definido por el objetivo social y/o ambiental. Las empresas B se diferencian de las empresas tradicionales en que no tienen como propósito central maximizar la rentabilidad financiera de sus dueños o accionistas, y en que incorporan prácticas responsables con la sociedad y el medio ambiente.
Junto con estas nuevas empresas surge un nuevo tipo de inversionista, el inversionista de impacto, que busca crear un impacto positivo más allá del retorno financiero. Busca activamente ubicar capital en negocios y proyectos que pueden ofrecer soluciones de escala a los problemas sociales y ambientales del planeta.
Junto con estas nuevas empresas surge un nuevo tipo de inversionista, el inversionista de impacto, que busca crear un impacto positivo más allá del retorno financiero. Busca activamente ubicar capital en negocios y proyectos que pueden ofrecer soluciones de escala a los problemas sociales y ambientales del planeta.
El número de empresas certificadas a nivel mundial está creciendo de manera considerable, de tal modo que hoy existen cerca de 1.300 empresas B en 38 países. América del Sur, cuenta con más de 100 empresas certificadas, 29 de ellas son argentinas y los especialistas creen que esta cifra podría aumentar dándole una mayor difusión a la certificación y promoviendo la inversión que busque no solo el impacto económico y la retribución de ingresos, sino también que generen impacto positivo en la sociedad donde se desarrollan.
La intervención de la UNNOBA. Los docentes de la UNNOBA Daniel Galli, Graciela Molinari, Martín Monticelli y Paula Finarolli, y los estudiantes franceses Mathieu GUYON y Esther DEPREZ, de la Universidad HEI (Hautes Etudes d'Ingénieur), de ingeniería del país europeo realizaron una investigación consultando a empresas con este tipo de certificación. La iniciativa se fundamenta en analizar la nueva tendencia en empresas que nacen con la misión de solucionar problemas socioambientales desde los productos y servicios que comercializan.
El informe de la universitario señala que el número de casos no parece suficiente para construir estadística, pero si para demostrar una tendencia que puede contribuir en grande hacia la construcción de una economía menos dañina a la sociedad y al medio ambiente.
Este estudio fue elaborado recopilando información de empresas que actualmente tienen la certificación B-Corp. La población encuestada fue de 788 empresas, de 37 países distintos.
El 85.5 % de la población encuestada recibió un cuestionario en inglés, y el 14.5% restante en castellano, así mismo el envío fue realizado de manera personalizada con el objetivo de obtener al máximo de respuestas. La encuesta se consideró representativa habiendo obtenido un 10 % de las respuestas, de las cuales el 22,3% perteneció a los países hispánicos y 8% a los ingleses.
El 72% de las empresas que contestaron son pymes. Dos conclusiones se desprenden de esta primera cifra, por un lado es posible que las pymes contestaran más que las empresas grandes y por otro lado, los resultados muestran que las empresas acreditadas son mayormente micro y pymes.
Los resultados de los números de empleados en las empresas confirman esta tendencia. La mayoría de las empresas que contestaron tenían entre 1 y 10 empleados, y los tres cuartos menos de 50 personas. El 70% de las empresas B son de servicios, y el 30% de producción.
Una certificación de empresas ya comprometidas. Antes de buscar la certificación B ya el 88% de las empresas desarrollaban actividades de Responsabilidad Social Empresaria, contando entre ellas certificaciones tramitadas previamente sobre aspectos como materia prima orgánica utilizada o normas ISO 9001:2008 que trata del sistema de gestión de calidad u otras referidas a sus buenas prácticas, al comercio justo o a los sistemas de gestión de medio ambiente.
Al preguntar las razones por las cuales eligieron B-Corp, las respuestas fueron variadas. Algunas empresas eligieron B-Corp porque refleja claramente sus valores y principios, estando alineadas con el propósito de ser empresas responsables para el mundo. También a un grupo de empresas les gusta B-Corp por el hecho de que su modelo de negocios tiene un beneficio ambiental y social. Ser una empresa B es para ellos “una manera real de impactar en la sociedad y el medio ambiente haciendo lo que saben hacer desde su propia actividad empresarial”. Otras empresas eligieron B-Corp porque esto representa un reconocimiento a nivel mundial.
Con el propósito de observar los cambios que hicieron las empresas en relación a acciones sobre el medio ambiente, prácticas laborales, derechos humanos, la gobernanza de la organización, la participación activa y desarrollo de la comunidad, los consumidores y sobre las prácticas justas de operaciones, se preguntó lo que hacían antes y después de obtener la certificación.
En el caso de las empresas argentinas relevadas, varias no tuvieron proceso de transición porque nacieron como empresa B, otras han cambiado muy poco de su accionar para obtener la certificación. Lo que hicieron fue darle forma a lo que ya venían haciendo, sobretodo en cuestiones de medio ambiente, prácticas laborales, y participación activa y desarrollo hacia la comunidad.
El estudio también comprobó que uno de los impactos positivos de la certificación es que muchas empresas que la obtienen comienzan a trabajar, siendo proveedoras o clientes de otras empresas certificadas, lo cual avanza en la idea de ir modificando la economía, ya que crea una especie de comunidad entre empresas que tienen este tipo posturas respecto de su entorno.
También se comprobó que muchas empresas decidieron hacer acciones complementarias para la sociedad y comunidad, como por ejemplo la creación de un código de buena conducta, prácticas laborales alineadas con el comercio justo, la inserción laboral de personas en situación de vulnerabilidad social, una compensación de su huella de carbono, etc.
Los beneficios de ser empresa B Corp. Al preguntarse sobre lo que ganaron gracias a esta certificación, el informe señala que el 11% de las empresas de todo el mundo que contestaron tienen ahora nuevos inversores gracias a la certificación. No parece mucho, pero es positivo desde la necesidad de ir construyendo “otra economía” que pueda ir seduciendo empresarios que vayan abandonando la óptica de la maximización de ganancias a favor de otra que tenga en cuenta los beneficios del entorno. Un dato positivo es que el 42% de las empresas relevadas ganó nuevos clientes a partir de la certificación
Para certificar las empresas no necesitaron hacer cambios en infraestructura ni contratación de más personal, pero sí las modificaciones estuvieron por el lado de la gestión, como capacitar a su personal o cambiar la relación con sus proveedores. Ninguna del 22% que realizó cambios, tuvo costos relacionados a estos cambios.
Entre los beneficios visualizados por las empresas están el de empezar a formar parte de un movimiento global de empresas regidos por un nuevo enfoque económico, integrarse a una red de apoyo, la mejora en la calidad del trabajo, acceso a nuevo clientes y a inversionistas, la mejora del posicionamiento en el mercado, entre otras. Y más de la mitad de los encuestados consideran que las empresas B son bastante atractivas para los inversionistas de impacto, una nueva clase de inversionista que invierte en empresas rentables, pero de alto impacto social y ambiental.
También como beneficio real existe el beneficio de la red de apoyo, lo que sugiere que, las empresas que se certifican, pasan a estar dentro de una red en donde se genera una colaboración entre ellas, y donde también se crean alianzas. Lo mismo ocurre con el posicionamiento. Las empresas B se posicionan fuertemente en los medios de comunicación, eventos masivos, foros y seminarios.
Las empresas B Corp en Argentina. Sólo ocho empresas argentinas contestaron el cuestionario del equipo de investigación de la UNNOBA y que la población puede a veces no ser suficientemente grande para poder sacar conclusiones. Por lo tanto, solo son explicados para analizar las tendencias y poder entender mejor las expectativas y oportunidades del país.
Entre las ocho empresas argentinas que respondieron a la encuesta, cinco son pymes y el resto entra en la categoría de micro. Mientras que la tendencia de la totalidad de las empresas encuestadas es de ofrecer una actividad de servicio, las empresas argentinas tienen todas salvo una, una actividad de producción.
Para certificarse estas empresas no tuvieron que contratar más empleados, pero sí capacitar a sus plantas. Es importante tenerlo en cuenta porque eso significa que requiere tiempo y por lo tanto dinero. Esto podría ser la razón por la cual las empresas argentinas piensan en gran mayoría que los dos mayores inconvenientes de la certificación son el costo y el tiempo.
Ninguna de las empresas argentinas tuvo que cambiar su infraestructura, ni tampoco la relación con sus proveedores y la gran mayoría de ellas tenían anteriormente otras certificaciones y ya desarrollaban algunas actividades de Responsabilidad Social Empresaria.
Las empresas argentinas no ganaron tantos clientes o inversores pero hay que notar que sólo con la ayuda de una certificación ya casi un cuarto tuvo nuevos clientes y algunos inversores, lo que no es despreciable.
El trabajo de la Universidad demuestra que a nivel mundial son muchas las empresas que están pensando que el entorno es importante y que su rol no es sólo buscar el máximo de ganancias. Apostar desde la sociedad y el Estado a estas tendencias contribuiría en gran medida a la construcción de “otra economía” y otra sociedad, una economía y sociedad indispensable si queremos revertir la crisis civilizatoria que vivimos.
Fuente: http://www.laverdadonline.com/noticias/locales/negocios-con-responsabilidad-qu-son-las-empresas-b-corp